Tradicionalmente, la condición masculina ha sido interpretada como símbolo del principio sobrenatural y eterno. Mientras que la condición femenina ha sido significada como representación de la naturaleza y el devenir.- Más específicamente, en la Weltanschauung de la Antigua Grecia, varón era el uno (to én), que está en sí mismo, vale decir, que contiene su propia sustancia y porta su propia razón de ser. La masculinidad, por tanto, implicaba completitud y suficiencia. Paralela y complementariamente, femina era la díada, principio de lo diverso y de lo otro de sí. […] Similar simbología podemos encontrar en el Samkhya, la más antigua de las seis doctrinas clásicas (dárshanas) del Hinduismo. De acuerdo con este antiquísimo sistema cosmogónico, el purusha (espíritu impasible) es varón. En tanto que la prakrti o prakriti (matriz activa de toda forma condicionada) es fémina.- Llamativa es la semejanza que nos ofrece la cosmovisión de la Antigua China: la dualidad cósmica del yang y el yin revestía connotaciones sexuales. El yang constituía el principio masculino y estaba asociado a la virtud del cielo. Mientras que el yin constituía el principio femenino y se encontraba relacionado con la virtud de la tierra…
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